Don Pelayo en Covadonga

La Batalla de Covadonga

Preludio de la batalla de Covadonga

Anteriormente a la batalla de Covadonga, Don Pelayo, lucha y sobrevive a la batalla de Guadalete y posteriormente se refugia en Toledo con el Arzobispo Urbano, buscando refugio, al norte de la Península, cerca de donde había nacido, en Cosgaya.

Los nobles huyeron hacia la Septimania Franca, otros se subyugaron a los musulmanes y fueron vasallos suyos. Pero los disconformes huyeron a las zonas altas de Asturias.

Asturias era gobernada y controlada por Otman ben Neza Munuza desde Gijón. Al principio los astures fueron vasallos, pero poco a poco se fueron convirtiendo en rebeldes populares hasta que dejaron de pagar tributos al gobernador musulmán.
Aunque siempre se ha dicho que la conquista se produjo sin interferencia alguna, los estudios posteriores de los documentos y la información procedente de los estudios arqueológicos han sacado a la luz que el reino visigodo luchó con gran ímpetu para no perder sus tierras, sobre todo en las grandes ciudades como fueron Mérida, Carmona, Écija

Sin embargo, en el ambiente rural se produjo el signo contrario pues los musulmanes perdonaban la vida de aquellos que se rendían ante estos; de esa manera, el pueblo rural prefirió rendirse ante sus nuevos señores antes de morir.

Tras la conquista de la Península Ibérica y, tras ello, se conformaría el reino de Al-Andalus. Dentro de ese tiempo, en el año 722 se produciría la batalla de Covadonga, una batalla entre dos pequeños grupos que ha pasado a la historia de España como la primera batalla de la Reconquista.

La Batalla de Covadonga (722)

Desde la llegada de los musulmanes a la Península se habían establecido una serie de impuestos a los pueblos que habían ido conquistando; estos pagarían unos tributos anuales, a cambio de permitírseles practicar su Fe.

En el 718, se negaron a pagar el tributo anual a Munuza, quien era el, decidieron recuperar su legitimidad y el territorio perdido. Recuperar la península para los cristianos, su lucha se iba a convertir también en una guerra religiosa de la cruz contra la media luna.

Recreación de Don Pelayo en Covadonva
Luis de Madrazo pintor español, que cultivó los géneros de historia,

Pelayo ampliaba su control sobre la zona desde el valle de Cangas y a inquietar a las guarniciones de Munuza de la comarca. Los nobles se fueron, poco a poco sumando a la rebelión.

Munuza mandó emisarios a Córdoba tras una serie de enfrentamientos contra los cristianos rebeldes. Según la crónica musulmana en Córdoba se habla de unos “asnos salvajes” que se han levantado en el norte de Hispania. Les consideran salvajes, sin educación, bárbaros. Entonces, desde Córdoba se responde enviando un contingente, según la crónica cristiana, de alrededor de 187.000 soldados, en su mayoría por sarracenos, comandados por Al-Qama, para rendir a los hombres de Pelayo. Al-Qama era uno de los mejores generales de Muza, había que rendirlos lo antes posible, no se debía correr riesgos de nuevas sublevaciones.

Es difícil saber con exactitud el número total que fue enviado, pero sí se puede asegurar que el número de musulmanes fue notablemente mayor. Se reduce la cifra de 187.000 que dicen las crónicas de Alfonso III  (Crónica de Albelda datada en el 881 )  a 20.000, cifra a la que la redujeron San Isidoro de León más tarde obispo de Tuy y el arzobispo de Toledo, don Rodrigo Jiménez de Rada a mediados del siglo XIII.

Don Pelayo, no contaba con muchos medios, entre 200 y 300 soldados estaban a sus órdenes en las montañas de los Picos de Europa. Su cuartel general o corte lo establece en Cangas de Onís.
Al-Qama recurre a la guerra psicológica, envía al traidor Don Oppas como parlamentario para negociar con Don Pelayo.

Don Oppas, anima a Don Pelayo a la rendición, a la entrega de las armas, ofreciéndole todo tipo de promesas. Le habla de lo bueno que son los musulmanes, le asegura que le devolverán sus tierras y posesiones, que con los musulmanes se vive bien. Según el rey Alfonso III, las palabras del traidor al caudillo fueron estas:

“Escucha mi consejo y vuelve tu ánimo de tu decisión, ara que poseas muchos bienes y disfrutes del consorcio de los caldeos”.

En la Crónica de Alfonso III, Oppas aparece como hijo de Witiza, y también como obispo, de Toledo en la versión Rotense o de Sevilla en la versión ad Sebastianum. Aparece Oppas colaborando con los árabes para conseguir la sumisión de Pelayo antes de la batalla de Covadonga, sin embargo, esto no se puede considerar en absoluto histórico de hecho las Crónicas Mozárabes indican otra cosa; que Égica tuvo hijo llamado Oppas, por lo que sería hermano de Witiza.

Pelayo toma a su ejército y se prepara para resistir la embestida musulmana, y se atrinchera en la Cova Dominica, en Covadonga el 28 de mayo del año 722, año 103 de la Hégira. Contando Don Pelayo con unos 300 hombres. Este esperó apostado en un paso angosto entre Cangas y los Picos de Europa, Don Pelayo está convencido de su papel y decide presentar batalla.

Los musulmanes inician los ataques, eran por los desfiladeros, se producía el enfrentamiento entre los dos contingentes, contando don Pelayo con unos 300 guerreros godos.

Los godos eran expertos en arcos y lanzamiento de piedras con ondas. Conocían el territorio perfectamente, atacaban en emboscada, se replegaban y volvían al ataque; no paraban, no permanecían fijos en el terreno.

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Los sarracenos avanzan por aquellos estrechos desfiladeros y son blanco muy fácil de las piedras y flechas de los hombres de Pelayo.
Los 300 de Pelayo están logrando, con sus medios parar a la mole de los 20.000 ismaelitas de Al-Qama. haciendo imposible maniobrar a sus enemigos, los cuales cayeron en la emboscada falleciendo la gran mayoría en el ataque.

Los musulmanes estaban teniendo demasiadas bajas, y decidieron retroceder. En este momento, Pelayo lanzó un contrataque inesperado desde su cueva. Los soldados de Pelayo saltaron como posesos sobre las fuerzas musulmanas.

Tras la derrota de este contingente, los cristianos de Pelayo prosiguieron la persecución de las tropas sarracenas, las cuales fueron presa de unos desprendimientos de las montañas en Cantabria, donde perecieron.

Al-Qama murió en el combate y Oppas, el cristiano traidor, que habló de paz a los rebeldes, fue hecho prisionero en el mismo campo de batalla. Los agarenos al ver muerto a su jefe se dividieron y el pánico le obligó a huir desordenadamente.

Consecuencias de la batalla de Covadonga

Tras la derrota islámica en Asturias, esta región dejó de mandar el tributo a Córdoba comenzando, de esa manera, un nuevo periodo de gestación en el que se conformaría el Reino de Asturias.

Sin embargo, además de crear una serie de fortificaciones para impedir que las tropas cristianas rebeldes pasaran a otras partes del territorio español, los musulmanes se dedicaron a realizar una serie de incursiones y batidas sobre dicho territorio a lo largo del tiempo, está confirmado que los musulmanes se vieron obligados a desviar importantes efectivos al norte de Hispania desde la Galia perjudicando así su expansión por Europa a través de Francia, aliviando la presión musulmana sobre la Septimania francesa gracias a este enfrentamiento, que sin duda tuvo consecuencias positivas para el continente europeo.

Historia de Sevilla y al-Andalus