Homosexualidad masculina

La homosexualidad masculina en al-Andalus

El segundo de los actos ilícitos que antes citaba era la homosexualidad. Sobre la homosexualidad masculina en al-Andalus y en el mundo árabe en general se ha escrito con frecuencia, llegando a considerarla como algo propio. En opinión de Lévi-Provençal (129), para el andalusí de cualquier medio y clase social el apego a la homosexualidad era congénito, y le hacía alternarlo con la relación normal con la mujer. Cita ejemplos de califas, como al-Ḥakam II, cadíes o poetas cuyo amor por un determinado joven fue generalmente conocido. Basándose en la poesía de Ibn Quzmân, indica que los eunucos y los esclavos adolescentes de los palacios reales y las casas nobles eran muy solicitados. También los fatimíes, enemigos tradicionales de los omeyas de al-Andalus, calificaban a estos como bebedores de vino y amantes de los efebos (130).

Siglos más tarde, en la Granada nazarí, Ibn al-Jaṭîb atacó abiertamente al sultán Muḥammad VI por su homosexualidad (131) y había que tener cuidado con una acusación de este tipo porque la falsa imputación de homosexualidad era una calumnia y se castigaba. Sin embargo no era calumnia el que se empleara como un insulto (132).

Para explicar la homosexualidad de los árabes hay autores (133) que se remontan al periodo cabbasî, tras crearse el primer ejército permanente (el año 739), argumentando la falta de elemento femenino entre quienes hacían la guerra, elemento que sí aparecía en épocas anteriores. Esta presencia de la mujer entre los hombres de armas figurará, posteriormente, en al-Andalus y se citan en varias fuentes mujeres formando parte de las tropas, generalmente como elemento marginal, aunque en momentos determinados podía tomar gran protagonismo estando, incluso, al frente de fortalezas, ante la ausencia de un varón (134).

Por el contrario, otro autor de prestigio, Massignon, rechaza que la homosexualidad se pueda deber a raza o zona climática, ligándola a cualquier sociedad que admita la esclavitud, ya que en el sometimiento al esclavo se incluye la sexualidad (135).

Con independencia de estos argumentos acerca de que la tendencia homosexual sea o no algo congénito, o algo natural o antinatural, de lo que no hay duda es que la literatura de este momento, especialmente la poética, es un vivo reflejo de la atracción, también común con el sentir griego, experimentada por el hombre hacia el efebo al que se consideraba tan tentador que su búsqueda parecía lógica y disculpable (136).

Sobre este aspecto, es oportuno conocer la opinión de don José Ortega y Gasset, que se refiere a este aspecto de la sociedad árabe en el “Prólogo” que preparó para la traducción castellana del Collar de la paloma realizada por García Gómez, tras citar unos versos de la obra (137):

[…] Baste hacer constar que estos versos van dirigidos a un hombre. Bien sé que entre nosotros se da con alguna frecuencia el amor homosexual de varón a varón. Pero es incuestionable que en Europa “amor” significa, primaria y sustantivamente, algo que del hombre va consignado a la mujer y de la mujer es emitido hacia el hombre […].

Ahora bien, como García Gómez hace constar, en este libro el amor es indiferente a las diferencias sexuales, y esto basta para que debamos representarnos el amor árabe como una realidad de sobra dispar a la que venimos ejerciendo los occidentales. Y tampoco puede decirse que sea similar a la que Platón describe, porque en Platón el amor no es indiferente a los sexos, sino que tiene su sentido primario en el amor de varón a varón. Platón, inversamente a nosotros, no entendía bien lo que pudiera ser un amor de hombre a mujer. Con todo esto no pretendo sino avivar, del modo más breve posible, la conciencia de que este asunto del amor es sobremanera climatérico, y que no hay un amor natural frente al cual aparecen, por contraste, los amores antinaturales […].

La poesía árabe de la Edad Media es, tal vez, el mejor exponente de esta tendencia hacia el efebo, aunque no como motivo único; casi todos los casos aparecen asociados a las fiestas, el vino y el hachís como desinhibidores de la sexualidad de todo tipo. Suponen, por tanto, acumular diversas transgresiones en una misma ocasión.

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