La biblioteca de Toledo de los Quti
La biblioteca de Toledo de los Quti. El verdadero artífice de crear una gran biblioteca es Mahmud Kuti, hijo del jurista que salió de Toledo
«Fondo Kati, testigo del exilio ibérico en Tombuctú» narra el exilio ibérico en la Curva del Níger (Malí) a partir de la documentación recogida en la mítica biblioteca de Mahmoud Katí y en los testimonios de sus descendientes.
El Fondo Kati es la biblioteca de Ali ben Ziyad al-Quti, quien dejó Toledo, su ciudad natal, el año de los fuegos de la Magdalena, año en que los musulmanes, los judíos y los cristianos viejos se sublevaron en una sangrienta contienda que acabó con el incendio de la Catedral de Toledo y de 1.600 casas. Ante tan cruenta lucha, ben Ziyad, que ejercía de juez entre la comunidad musulmana, dejó España con sus manuscritos, dejando mujer e hijos. Tras una larga peregrinación por Ceuta, Siyilmasa, El Cairo, La Meca, Damasco, Bagdad y Jerusalén -periplo en el que adquirió entre otras joyas de incalculable valor el Corán de Ceuta, una pieza almohade del siglo XII grabada en oro-, volvió por el Tuat argelino para instalarse en Gumbu, la antigua capital del Reino de Gana en la actual Malí, donde se casó con la princesa Jadiya Sila, sobrina del Rey Soni Ali, el Grande, y hermana mayor del futuro emperador Askia, Muhammad Sila.
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El fondo se dispersó cuando los moriscos, los bereberes y los árabes invadieron el Imperio Songhai bajo el mando de Yawdar Pasha, natural de Cuevas de Vera, Almería (hoy Cuevas de Almanzora) en 1591, en nombre del Rey saadi, Al-Mansur. La Biblioteca se reunificó con Mahmud Kati II en 1648 y se dispersó, a su muerte, entre diferentes miembros de su familia. El jurista Alfa Ibrahimy su hijo Abana volvieron a reunirla y copiaron los textos de sus antepasados y todo lo relativo a Al-Andalus en los márgenes de los manuscritos. Alfa Ibrahim fue asesinado y su hijo Abana se exilió del Reino Fulani de Macina. La Biblioteca de Toledo de los Quti quedó a cargo de Arkia la toledana, hija de Ali-Gao y esposa de Abana. Arkia murió en 1857 y la Biblioteca volvió a dispersarse. Hay que esperar hasta el siglo XX para que un bisnieto de Abana y Arkia Ali-Gao, Ismael Diadié Haidara, reúna de nuevo la La biblioteca de Toledo de los Quti en 1998. Hoy el décimosegundo eslabón de esta cadena continúa la lucha por la preservación de estos manuscritos a caballo entre Europa y África.